viernes, 8 de mayo de 2009

La politica de la locura

Por Nicolas Sarlenga


El periodo presidencial de Néstor Kirchner fue, según sus seguidores, uno de los mejores de la historia argentina. Quienes defienden su gestión destacan por sobre todas las cosas lo que sostienen es el periodo de crecimiento económico mas grande de la historia argentina. Pero mas allá de ese dato, sus partidarios también enumeran diversos logros del tipo político e institucional: haber fortalecido la figura presidencial en una Argentina que necesitaba de un liderazgo fuerte después de la crisis del 2001 (en la que se había perdido la confianza en la clase dirigente); haber combatido al duhaldismo en la provincia de Buenos Aires (a pesar de que es gracias a este aparato que llega a la presidencia); la política de derechos humanos; y haber saldado la deuda con el FMI (liberando al país de sus compromisos financieros y políticos), entre otras cosas de menor importancia. Todas estas acciones, en mayor o menor medida han sido reconocidas como positivas por la mayoría de la población, más allá de su simpatía (o no) con el movimiento. Y es por eso que el presidente había logrado, en los primeros meses de gobierno, cosechar una imagen positiva importante y el apoyo de sectores masivos de la sociedad argentina.


Sin embargo, su figura se iba a ir desgastando con el paso del tiempo. Desde la partida de su ministro de economía (Roberto Lavagna) hasta el final de su periodo presidencial, empezaron a aparecer problemas vinculados a las instituciones (como la “compra” de Borocoto), sospechas de manejos autoritarios dentro del gabinete y casos de corrupción (como el caso Skanska y el de la bolsa de dinero en el baño de la ministro de economía, Felisa Micelli). Además, la política de derechos humanos había virado hacia un peligroso revanchismo y revisionismo histórico, reflotando el tema de los conflictos sucedidos en los años 70. El mandato de Néstor Carlos Kirchner se había ido desgastando con el paso de los años y la sociedad empezaba a pedir un cambio. Fue en este marco que se lanzo la campaña de su esposa para las elecciones presidenciales del 2007. Ella representaría la continuidad del “modelo”, pero con una imagen mas conciliadora y renovadora. Su candidatura seria presentada bajo el marco de un gran acuerdo nacional (Concertación Plural) con los partidos de la oposición y las organizaciones que quizás no eran tan afines al gobierno hasta la época. De esta manera, se acaparaba el voto netamente Kirchnerista, pero también el de sectores esperanzados por ver al movimiento que había “resucitado” a la Argentina renacer y renovarse. Como prueba de esta concertación plural se decidió incorporar a un radical, Julio Cobos, como compañero de formula de Cristina. Fue de esta forma, y con sospechas de fraude mediante, que la formula kirchnerista logro imponerse en las elecciones de 2007 con el 45% de los votos.


A partir de ese momento todo iba a cambiar en la Argentina. La prometida concertación plural y la convocatoria a los distintos partidos por parte de la flamante presidenta nunca iba a llegar a concretarse. Por otra parte, los escándalos que se venían dando en los últimos años del mandato de Néstor se siguieron repitiendo y con mayor intensidad y periodicidad durante el gobierno de su esposa. Claros ejemplos fueron los casos de la valija de dinero proveniente de Venezuela para solventar gastos de campaña (caso Antonini) y el papelón de un proyecto de tren bala que nunca llego a concretarse pero por el cual se sospecha que la Argentina ha desembolsado una cantidad importante de dinero. Pero todos estos casos iban a desembocar, después de un par de meses, en la gran crisis que le toco vivir al kirchnerismo: el conflicto con el campo.

En cuanto a la estrategia llevada a cabo para manejar la mencionada crisis, todos fuimos testigos de una seguidilla de torpezas políticas y atropellos sin sentido sobre algunos sectores. El oficialismo le propuso a la sociedad una lucha a todo o nada contra la gente del interior, la gente del campo (a la que denomino “oligarquía”). Personajes como D’elia y Moreno (que después iba a intervenir en el INDEC) comenzaron a tener una triste participación en la resolución de esta crisis. Empezaron a actuar como patotas de movilización y apoyo al gobierno, intentando lograr que quienes estaban contra de la política oficial (del “modelo”) no pudieran expresarse. De esta forma, la crisis subió de tono y sectores cada vez más grandes reprobaban las actitudes tomadas desde el gobierno nacional, que en vez de negociar, involucraba a la sociedad en un estado de crispación y enfrentamiento cada vez mayor entre sectores que apoyaban al gobierno y sectores que apoyaban al campo. Movilizaciones, cacerolazos, desabastecimiento, violencia verbal, marchas y contramarchas pasaron a ser noticias de todos los días en los televisores de los argentinos. Por suerte, todo este conflicto iba a terminar con la decisión de que la polémica resolución 125, origen de todo el conflicto, fuera tratada por el Congreso. El punto final a la crisis lo iba a poner el voto negativo del Vicepresidente Julio Cobos en la cámara de senadores. Voto que hecho por tierra con la mencionada resolución. Pero, a pesar de que se había resuelto parcialmente el conflicto y se habían calmado las aguas con la votación del Congreso, el estado de crispación por lo sucedido se mantenía en el seno del poder. Néstor había jurado venganza con el sector que había logrado vencer al kirchnerismo en el Congreso y en las calles.

La forma en la cual el gobierno había encarado el conflicto había sido una demostración pública de ineficiencia e intolerancia en el manejo de los poderes públicos. Gracias a esto, el “campo” no solamente había logrado la suspensión de la resolución ministerial sino que también había logrado la renuncia de 3 miembros del gabinete de Cristina (Lousteau, Fernandez y De Urquiza). Por otra parte, se había logrado despertar la furia de Néstor, quien había comenzado a manejar los hilos del país desde la quinta de Olivos. Durante todo el conflicto fue él quien se puso al frente de las decisiones del gobierno nacional para combatir al “enemigo oligarca” y “golpista”. Se estableció en la argentina una presidencia de hecho a cargo de Néstor Kirchner en detrimento de la presidencia “de iure” que ejercía, todavía, Cristina Fernández, su esposa. Aunque quizás lo peor del conflicto haya quedado en las divisiones profundas que se marcaron en la sociedad a partir de la retorica del gobierno. Golpista, Revolucionario, Gorila, Montonero, Oligarca, Militar, Liberal y Comunista… son solo alguno de los términos que los argentinos hemos tenido que reincorporar a nuestro diccionario cotidiano.


Pero mas allá del quiebre social, también nos vimos envueltos en el inicio de la “política de la locura”. La falta de respeto por las instituciones se acrecentó en los últimos meses y de esta forma la democracia argentina se debilita cada día más. Claros ejemplos de esto: Las reuniones mas importantes ya no se realizan en la Casa de Gobierno sino en la Quinta de Olivos (donde reside Néstor) o en oficinas que el líder del PJ tiene en Puerto Madero. Con esta actitud, Kirchner esta jugando en contra de la figura presidencial institucional que el había ayudado a fortalecer durante su primera presidencia. Pero más allá de eso, la Argentina cuenta hoy con un vicepresidente que ocupa un cargo meramente simbólico ya que no tiene permitido opinar ni tener influencia sobre ninguna decisión nacional. A partir de su voto negativo a la resolución 125, Julio Cobos ha sido bastardeado desde el poder de forma tal que han logrado posicionarlo como uno de los referentes de la oposición, con apoyo de algunos sectores. También podríamos enumerar los usos de los recursos del estado para la campaña legislativa, o las intervenciones de Moreno y sus seguidores en el INDEC.


Pero a pesar de todo esto, quizás lo peor de la “crisis institucional” tenga que ver con el plan del oficialismo para las elecciones legislativas de medio término de 2009. Y es que el adelantamiento de las mismas para Junio, las candidaturas testimoniales, el cambio de jurisdicción de Néstor y las extorsiones que bajan del poder (hablando de un posible “estallido” en caso de que pierdan las elecciones) son medidas que mas allá de rozar lo inconstitucional, son una aberración al mismísimo espíritu de la Carta Magna y al sistema republicano de gobierno. El gobierno dice que volvería el caos en caso de no poder gobernar con un Congreso con mayoría, lo cual esta previsto en la Constitución y que, además, es uno de los pilares del sistema de gobierno republicano. Por otra parte la candidatura de intendentes y gobernadores que ya anunciaron que no van a asumir sus bancas y de un Kirchner que no conoce la provincia que pretende representar no hacen mas que espantar a la sociedad Argentina que mira atónita como se atropella una y otra vez a las instituciones democráticas. Desde el oficialismo se esfuerzan para sobredimensionar unas elecciones que, en definitiva, no van a cambiar el “modelo”.


Finalmente, y como si le faltara algo a la ya difícil realidad del país, la crisis internacional y las malas políticas llevadas a cabo últimamente por el oficialismo están desgastando lentamente la economía del país. Los síntomas de crecimiento que exhibían los kirchneristas como su principal logro se están evaporando. A pesar de que el INDECK (Instituto Nacional De Estadisticas y Censos Kirchnerista) nos quiera mostrar lo contrario, lo cierto es que la situación económica del país esta cada vez peor.


Es ante esta realidad complicada que nos encontramos los argentinos a semanas de las elecciones. Es ahora el turno del pueblo de expresarse a través del voto. Es nuestro turno de ponerle un coto a estas licencias que se están tomando desde el poder, sin la necesidad de cambiar de modelo o derribar a ningún gobierno. Pase lo que pase después de las elecciones de Junio la realidad es que la presidente seguirá siendo Cristina Fernández de Kirchner (aunque el oficialismo quiera establecer lo contrario). Por eso, más que una elección para cambiar radicalmente el rumbo del país, esta es una elección en la cual vamos a poder expresarle a los gobernantes de turno que rechazamos los enfrentamientos entre hermanos, que rechazamos la corrupción, y que queremos que la Constitución sea respetada no solo en su sentido literal, sino también en su espíritu republicano. Esta elección debería ser la oportunidad del pueblo para pedirle a Cristina que se ponga al frente del país, que resuelva los problemas de todos los argentinos, y que abandone “la política de la locura” en la cual nos sumergió su esposo, Néstor Kirchner.

2 comentarios:

  1. Concuerdo con uds., en particular en el último párrafo. Me congratula que puedan expresarse sin los agravios, los insultos y los ninguneos tan de moda hoy día.

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  2. La idea es que podamos debatir con seriedad y sin faltar el respeto sobre temas que nos pueden interesar a todos, sobretodo en el grupo de facebook.

    Gracias por el comentario, y vamos a estar vistitandote en tu blog seguramente

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