sábado, 30 de mayo de 2009

A 40 años del "Cordobazo"

El Staff de "Construcción Política" postea este video que sin más nos invita a la reflexión de uno de los momentos capitales en la historia reciente de nuestra joven Argentina, que se donomina "Cordobazo". Este hecho trascendental precipita la caida del Gral. Juan Carlos Onganía y abre un nuevo periodo en la historia, donde sin duda la juventud y las organizaciones sindicales tuvieron un papel más que fundamental.

lunes, 18 de mayo de 2009

La Política del Personalismo y la Sociedad del Paternalismo

Por Facundo Ignacio Benitez
"Sigan las ideas, no a los hombres
los hombres pasan, las ideas quedan"
Raúl R. Alfonsín.


Hace un tiempo en nuestro foro de debate de facebook se planteo un tema más que interesante, el título del debate se denominaba “El problema del peronismo es el Ismo”, en este se desarrollaron distintas posiciones claras, más que nada de cara a las elecciones legislativas próximas, pero yo en mis opiniones le di algún tipo de variopinto histórico que creí pertinente para desarrollar este tópico en cuestión.

En esta columna de opinión voy a empezar por donde había concluido en el debate. La conclusión a la que arribé es más que nada el hecho de que esa problemática, por llamarla de alguna manera, es un problema estructural de la sociedad argentina, problema que denominaría como paternalismo. Es decir, nuestra sociedad reclama de manera evidente “El” personaje que la salve o saque de tal situación o que represente sus posturas e ideologías, representando en ese líder la síntesis de todo aquello. Toda sociedad tiene cierta dosis de paternalismo, y más que nada se evidencia en los regímenes presidencialistas, donde no solo en el ámbito de la política aparecen fuertes liderazgos. Claro ejemplo es Estados Unidos, arquetipo de democracia occidental, donde el liderazgo del presidente adquiere cierta sobredimensión y relevancia mediática, social, económica, etc. Pero sin embargo la historia de occidente nos ofrece también procesos de similares características. De una forma exacerbada la Alemania Nazi es un ejemplo drástico de paternalismo y sencillo es demostrarlo. Todo el mundo sabe sobre la debilidad de las instituciones en la Alemania de la primera posguerra, que hace sencillo el asenso al poder de figuras sombrías y carismáticas, pero la principal causa es un elemento de psicología social, que gravita alrededor de los enormes problemas: económicos, la pobreza, el desmantelamiento de las FF.AA., y el enorme vació de poder. Este elemento de carácter psicológico-social encuentra su basamento en la generación de hombres que sustentan el desarrollo del nazismo en Alemania. Estos hombres y mujeres son hijos de la primera guerra, es decir sus padres dejaron su vida (literalmente) en el campo de batalla, y muchos de los sobrevivientes quedaron inválidos y débiles para representar el estereotipo del “buen padre de familia germano”, es por ello que el que llena ese vació de poder es ni más ni menos que “el padre de la raza aria”, “el padre de Alemania” y en su síntesis más extrema “Alemania misma”, el Fuhrer.

Claro está que en nuestra Argentina, el “paternalismo” no se da con estos ribetes extremos, pero sin embargo es una característica que la argentina no supera y sus orígenes se remonta a los albores de la Patria. El ejemplo más sobresaliente del siglo XIX es la figura del Brigadier Don Juan Manuel de Rosas. Este caudillo (palabra no menor en esta temática) aparece como figura descollante luego del enorme vacío de poder generado por las guerras intestinas en una sociedad que ya por entonces era paternalista. Luego con el devenir de la historia, vemos como incluso se ve dilucidado este paternalismo en los partidos políticos modernos. No debemos olvidar que el mismo Hipólito Yrigoyen es estigmatizado de paternalista incluso entre sus mismos correligionarios que logra como efecto el cisma en el ceno de su propio partido.

Es de destacar entonces que el paternalismo persiste, pero sin embargo cuando se producen vacios de poder, como el ejemplo anteriormente mencionado, aparecen figuras aún más sobredimensionadas. Es aquí donde menciono el caso del Peronismo. A riesgo de ser reduccionista y tal vez simplista por que se suceden enormes causas, en la década del 30-40 el vacio de poder es de una magnitud inusitada, sumadas a los fallecimientos de Uriburu, de Yrigoyen y acentuado con la nefasta década infame, con su autodenominado “fraude patriótico”, hacen que el paternalismo sea una exigencia imperativa de la sociedad. Es allí donde aparece el Coronel Juan Domingo Perón. Sin entrar en mayores detalles que haría demasiado extensa esta mera opinión, podemos ver como el Peronismo se fue estructurando con este sentido como basamento, la figura de Perón como líder, el verticalismo del movimiento, y la estructuración de la expresión electoral natural que es el PJ, denotando este paternalismo del que vengo hablando.

Hoy por hoy asistimos desde el advenimiento de la democracia un proceso peculiar. La desaparición física de Perón (1º de Julio de 1974) produjo roturas dentro de esta fuerza que después de la década menemistas y con la crisis del 2001 se divorcio absolutamente del partido, que evidentemente dejó de representar a esta fuerza política, y pasó a ser un engranaje más de corrupción, decadencia, y estructuras que incluso llevan adelante las prácticas contras las que el peronismo lucho, es decir el fraude electoral, el clientelismo, el oportunismo político en base al manejo de los pobres con punteros, diezmar al movimiento obrero y otras prácticas de público conocimiento. Desde este punto de vista si podemos entender que el peronismo encuentra en su nomenclatura un problema en su sufijo “Ismo”, que queda más que evidenciado en el marco del fenómeno denominado “crisis de los partidos políticos”, en donde de por sí las estructuras partidarias se resquebrajan y debilitan para dar paso a personalismo fuertes y liderazgos que no respetan la institucionalidad democrática. Aquí nos encontramos frente a un callejón sin salida de tipo institucional. Nuestra Constitución Nacional, declara desde 1994 que los partidos políticos son la piedra fundamental y elemento esencial de esa democracia ¿Qué sucede entonces cuando esas mismas estructuras fundamentales de la democracia no funcionan de tal manera sino que gravitan alrededor del caudillo de turno? Recientemente muchos políticos, algunos con enormes responsabilidades institucionales como el Gobernador de Santa Fe, declararon que los vicios de la democracría argentina actual se solucionarian con la reforma hacia un sistema de tipo parlamentario, pero aquí otra pregunta ¿De que sirve un sistema parlamentario cuando los partidos estan absolutamente debilitados y priman los personalismos? ¿Cambiaría la cuestión derivar el personalismo del presidencialismo (alejado de los presupuestos de Alberdi) al parlamentarismo? Absolutamente no.

De este modo vemos como este problema excede al peronismo, y encuentra su raíces en la sociedad argentina toda. Por otro lado es indispensable destacar ese divorcio que mencione entre el PJ y lo que denominamos “Peronismo”, no en un sentido partidario, sino entendiendo al último como esa fuerza social que enarbola banderas que todos los argentinos con el pasó del tiempo tomamos como propias, es decir la justicia social la independencia económica y la soberanía política. Lo mismo ocurre con el radicalismo y la UCR, se genera cierto divorcio entre esa fuerza que busca la república, el imperio de la ley, la cual podemos denominar radicalismo, y la expresión electoral de esa fuerza que es la UCR. La diferencia estriba en que el Peronismo llegó a tal punto de autocracia y caudillaje de la cual es muy difícil salir de esa dicotomía, en donde tenemos por un lado la exigencia del republicanismo democrático, y el caudillaje corrupto actual. Es de destacar que antes de su tercera presidencia el Gral. Perón en clara alusión a su desaparición física decía textualmente en varios videos: “después de mi, debe sobrevenir para el movimiento justicialista LA INSTITUCIÓN”. El mismo creía que esa institución seria la misma CGT, pero lamentablemente la institución que se apropio de forma nominal de esa fuerza social y cultural (digo nominalmente por que a decir verdad no la representa en lo más mínimo) es una estructura partidaria corrompida y absolutamente alejada de los principios que dieron inicio a ese movimiento que denominamos peronismo. Estos detalles que escribo, pese a que pudieran parecer impertinentes y fuera del eje temático, los postulo aquí para entender un doble sentido de Peronismo en cuanto nomenclatura, por un lado esto que mencionaba como fuerza cultural y por otro la estructura que se apropio de esa nomenclatura que la enarbola de forma anacrónica, vacía, corrupta, y alejado absolutamente de esa fuerza cultural.

La Argentina debería buscar esa fortaleza no en los hombres sino en las ideas, como bien exponía el extinto ex presidente Raúl Ricardo Alfonsín y que parafrasee en el epígrafe de esta columna, y al que sumo las instituciones. Es decir la Argentina debería caminar en busca de la fortaleza institucional dejando de lado la fortaleza en hombres de hierro.

viernes, 8 de mayo de 2009

La politica de la locura

Por Nicolas Sarlenga


El periodo presidencial de Néstor Kirchner fue, según sus seguidores, uno de los mejores de la historia argentina. Quienes defienden su gestión destacan por sobre todas las cosas lo que sostienen es el periodo de crecimiento económico mas grande de la historia argentina. Pero mas allá de ese dato, sus partidarios también enumeran diversos logros del tipo político e institucional: haber fortalecido la figura presidencial en una Argentina que necesitaba de un liderazgo fuerte después de la crisis del 2001 (en la que se había perdido la confianza en la clase dirigente); haber combatido al duhaldismo en la provincia de Buenos Aires (a pesar de que es gracias a este aparato que llega a la presidencia); la política de derechos humanos; y haber saldado la deuda con el FMI (liberando al país de sus compromisos financieros y políticos), entre otras cosas de menor importancia. Todas estas acciones, en mayor o menor medida han sido reconocidas como positivas por la mayoría de la población, más allá de su simpatía (o no) con el movimiento. Y es por eso que el presidente había logrado, en los primeros meses de gobierno, cosechar una imagen positiva importante y el apoyo de sectores masivos de la sociedad argentina.


Sin embargo, su figura se iba a ir desgastando con el paso del tiempo. Desde la partida de su ministro de economía (Roberto Lavagna) hasta el final de su periodo presidencial, empezaron a aparecer problemas vinculados a las instituciones (como la “compra” de Borocoto), sospechas de manejos autoritarios dentro del gabinete y casos de corrupción (como el caso Skanska y el de la bolsa de dinero en el baño de la ministro de economía, Felisa Micelli). Además, la política de derechos humanos había virado hacia un peligroso revanchismo y revisionismo histórico, reflotando el tema de los conflictos sucedidos en los años 70. El mandato de Néstor Carlos Kirchner se había ido desgastando con el paso de los años y la sociedad empezaba a pedir un cambio. Fue en este marco que se lanzo la campaña de su esposa para las elecciones presidenciales del 2007. Ella representaría la continuidad del “modelo”, pero con una imagen mas conciliadora y renovadora. Su candidatura seria presentada bajo el marco de un gran acuerdo nacional (Concertación Plural) con los partidos de la oposición y las organizaciones que quizás no eran tan afines al gobierno hasta la época. De esta manera, se acaparaba el voto netamente Kirchnerista, pero también el de sectores esperanzados por ver al movimiento que había “resucitado” a la Argentina renacer y renovarse. Como prueba de esta concertación plural se decidió incorporar a un radical, Julio Cobos, como compañero de formula de Cristina. Fue de esta forma, y con sospechas de fraude mediante, que la formula kirchnerista logro imponerse en las elecciones de 2007 con el 45% de los votos.


A partir de ese momento todo iba a cambiar en la Argentina. La prometida concertación plural y la convocatoria a los distintos partidos por parte de la flamante presidenta nunca iba a llegar a concretarse. Por otra parte, los escándalos que se venían dando en los últimos años del mandato de Néstor se siguieron repitiendo y con mayor intensidad y periodicidad durante el gobierno de su esposa. Claros ejemplos fueron los casos de la valija de dinero proveniente de Venezuela para solventar gastos de campaña (caso Antonini) y el papelón de un proyecto de tren bala que nunca llego a concretarse pero por el cual se sospecha que la Argentina ha desembolsado una cantidad importante de dinero. Pero todos estos casos iban a desembocar, después de un par de meses, en la gran crisis que le toco vivir al kirchnerismo: el conflicto con el campo.

En cuanto a la estrategia llevada a cabo para manejar la mencionada crisis, todos fuimos testigos de una seguidilla de torpezas políticas y atropellos sin sentido sobre algunos sectores. El oficialismo le propuso a la sociedad una lucha a todo o nada contra la gente del interior, la gente del campo (a la que denomino “oligarquía”). Personajes como D’elia y Moreno (que después iba a intervenir en el INDEC) comenzaron a tener una triste participación en la resolución de esta crisis. Empezaron a actuar como patotas de movilización y apoyo al gobierno, intentando lograr que quienes estaban contra de la política oficial (del “modelo”) no pudieran expresarse. De esta forma, la crisis subió de tono y sectores cada vez más grandes reprobaban las actitudes tomadas desde el gobierno nacional, que en vez de negociar, involucraba a la sociedad en un estado de crispación y enfrentamiento cada vez mayor entre sectores que apoyaban al gobierno y sectores que apoyaban al campo. Movilizaciones, cacerolazos, desabastecimiento, violencia verbal, marchas y contramarchas pasaron a ser noticias de todos los días en los televisores de los argentinos. Por suerte, todo este conflicto iba a terminar con la decisión de que la polémica resolución 125, origen de todo el conflicto, fuera tratada por el Congreso. El punto final a la crisis lo iba a poner el voto negativo del Vicepresidente Julio Cobos en la cámara de senadores. Voto que hecho por tierra con la mencionada resolución. Pero, a pesar de que se había resuelto parcialmente el conflicto y se habían calmado las aguas con la votación del Congreso, el estado de crispación por lo sucedido se mantenía en el seno del poder. Néstor había jurado venganza con el sector que había logrado vencer al kirchnerismo en el Congreso y en las calles.

La forma en la cual el gobierno había encarado el conflicto había sido una demostración pública de ineficiencia e intolerancia en el manejo de los poderes públicos. Gracias a esto, el “campo” no solamente había logrado la suspensión de la resolución ministerial sino que también había logrado la renuncia de 3 miembros del gabinete de Cristina (Lousteau, Fernandez y De Urquiza). Por otra parte, se había logrado despertar la furia de Néstor, quien había comenzado a manejar los hilos del país desde la quinta de Olivos. Durante todo el conflicto fue él quien se puso al frente de las decisiones del gobierno nacional para combatir al “enemigo oligarca” y “golpista”. Se estableció en la argentina una presidencia de hecho a cargo de Néstor Kirchner en detrimento de la presidencia “de iure” que ejercía, todavía, Cristina Fernández, su esposa. Aunque quizás lo peor del conflicto haya quedado en las divisiones profundas que se marcaron en la sociedad a partir de la retorica del gobierno. Golpista, Revolucionario, Gorila, Montonero, Oligarca, Militar, Liberal y Comunista… son solo alguno de los términos que los argentinos hemos tenido que reincorporar a nuestro diccionario cotidiano.


Pero mas allá del quiebre social, también nos vimos envueltos en el inicio de la “política de la locura”. La falta de respeto por las instituciones se acrecentó en los últimos meses y de esta forma la democracia argentina se debilita cada día más. Claros ejemplos de esto: Las reuniones mas importantes ya no se realizan en la Casa de Gobierno sino en la Quinta de Olivos (donde reside Néstor) o en oficinas que el líder del PJ tiene en Puerto Madero. Con esta actitud, Kirchner esta jugando en contra de la figura presidencial institucional que el había ayudado a fortalecer durante su primera presidencia. Pero más allá de eso, la Argentina cuenta hoy con un vicepresidente que ocupa un cargo meramente simbólico ya que no tiene permitido opinar ni tener influencia sobre ninguna decisión nacional. A partir de su voto negativo a la resolución 125, Julio Cobos ha sido bastardeado desde el poder de forma tal que han logrado posicionarlo como uno de los referentes de la oposición, con apoyo de algunos sectores. También podríamos enumerar los usos de los recursos del estado para la campaña legislativa, o las intervenciones de Moreno y sus seguidores en el INDEC.


Pero a pesar de todo esto, quizás lo peor de la “crisis institucional” tenga que ver con el plan del oficialismo para las elecciones legislativas de medio término de 2009. Y es que el adelantamiento de las mismas para Junio, las candidaturas testimoniales, el cambio de jurisdicción de Néstor y las extorsiones que bajan del poder (hablando de un posible “estallido” en caso de que pierdan las elecciones) son medidas que mas allá de rozar lo inconstitucional, son una aberración al mismísimo espíritu de la Carta Magna y al sistema republicano de gobierno. El gobierno dice que volvería el caos en caso de no poder gobernar con un Congreso con mayoría, lo cual esta previsto en la Constitución y que, además, es uno de los pilares del sistema de gobierno republicano. Por otra parte la candidatura de intendentes y gobernadores que ya anunciaron que no van a asumir sus bancas y de un Kirchner que no conoce la provincia que pretende representar no hacen mas que espantar a la sociedad Argentina que mira atónita como se atropella una y otra vez a las instituciones democráticas. Desde el oficialismo se esfuerzan para sobredimensionar unas elecciones que, en definitiva, no van a cambiar el “modelo”.


Finalmente, y como si le faltara algo a la ya difícil realidad del país, la crisis internacional y las malas políticas llevadas a cabo últimamente por el oficialismo están desgastando lentamente la economía del país. Los síntomas de crecimiento que exhibían los kirchneristas como su principal logro se están evaporando. A pesar de que el INDECK (Instituto Nacional De Estadisticas y Censos Kirchnerista) nos quiera mostrar lo contrario, lo cierto es que la situación económica del país esta cada vez peor.


Es ante esta realidad complicada que nos encontramos los argentinos a semanas de las elecciones. Es ahora el turno del pueblo de expresarse a través del voto. Es nuestro turno de ponerle un coto a estas licencias que se están tomando desde el poder, sin la necesidad de cambiar de modelo o derribar a ningún gobierno. Pase lo que pase después de las elecciones de Junio la realidad es que la presidente seguirá siendo Cristina Fernández de Kirchner (aunque el oficialismo quiera establecer lo contrario). Por eso, más que una elección para cambiar radicalmente el rumbo del país, esta es una elección en la cual vamos a poder expresarle a los gobernantes de turno que rechazamos los enfrentamientos entre hermanos, que rechazamos la corrupción, y que queremos que la Constitución sea respetada no solo en su sentido literal, sino también en su espíritu republicano. Esta elección debería ser la oportunidad del pueblo para pedirle a Cristina que se ponga al frente del país, que resuelva los problemas de todos los argentinos, y que abandone “la política de la locura” en la cual nos sumergió su esposo, Néstor Kirchner.

viernes, 1 de mayo de 2009

Entender un partido politico hoy

Por Exequiel Lopez
Una complicidad moral, una aventura de poder, un grupo de acción coordinada, un eje de trabajo social. Un deseo de mundo construido en base a otros. Un mecanismo para desarrollar un paso en común que afecte al difícilmente concebible (pero no por eso menos real) cuerpo nacional. Una trama de relaciones sociales de personas que aspiran a reorganizar las cosas. Un grupo de amigos que no se conocen, pero que comparten posiciones y deseos y por eso se sienten amigos aunque no se hayan visto las caras. Un club de guerreros controlados (que depusieron las armas y los métodos cruentos), que cultivan su unión como un modo de enfrentar problemas, inventar soluciones, superar la acción de otros grupos a los que consideran no tan capaces ni enfocados, ni tan positivos para el desarrollo de la sociedad.
Un partido político es hoy algo incierto. Por eso la necesidad de volver a decirlo, de redefinirlo, de pensarlo de nuevo, y sobre todo, de organizarlo según nuevos criterios y nuevas necesidades. Nadie sabe qué es un partido político hoy, qué debe ser, cómo darle funcionalidad y sentido, porque nadie se ha tomado el trabajo de reinventar lo que se cree ya definido para siempre. En vez de hablar de la crisis de los partidos políticos, aludiendo al proceso como si fuera un deterioro, tendríamos que ser capaces de entender que estamos aludiendo a un movimiento, y con toda seguridad a uno que expresa oportunidades de cambio, de mejoría, de crecimiento.La crisis de los partidos debe ser leída como parte de un proceso político nacional, en el que la credibilidad se deteriora y la participación parece haber desaparecido, pero en donde –bien mirado- el mundo adopta nuevas formas necesarias y busca su nueva efectividad.
No llegaríamos a ningún lado si no entendiéramos que en nuestro habitual despelote hay nuevas formas que están gestándose, buscando su lugar, empezando a mostrar sus contornos. La visión desesperanzada o crítica sólo expresa, una vez más, una voluntad de encierro y de fracaso, lo que es un acostumbrado uso de la energía en nuestro horizonte nacional de frustraciones y desencuentros. En vez de hacer de la política un arte del desarrollo al servicio de la felicidad, con demasiada facilidad y frecuencia hacemos de ella un camino para lograr fracasos y desesperaciones, y para satisfacer de esa forma un ansia patológica de caída e impotencia.La pregunta se abre en muchas preguntas: ¿qué es la militancia hoy?, ¿de qué hablamos en nuestra compleja realidad cuando hablamos de valores, de política, de transformación social? (Y es necesario entender que una sociedad es siempre una transformación constante, porque las comunidades no son entidades fijas sino procesos de cambio continuo). ¿Es necesario hoy que un partido político tenga locales? ¿Para hacer qué en ellos? ¿Puede crearse un partido nuevo, es necesario tener una infraestructura material de alcance nacional o es posible establecer mecanismos de comunicación y participación virtuales que suplan aquellas viejas formas sin perder, o incluso ganando, vitalidad? ¿Pueden los medios ser las vías de un armado rápido y distinto?Detrás del aparente desinterés de una sociedad por la participación posible es justo interpretar la existencia de nuevas participaciones aun no diseñadas, aun no elaboradas, para ocupar el espacio vacante de una política futura.
El partido que interprete que de esta crisis se sale retomando con vigor las antiguas y fundacionales conductas políticas estará al hacerlo demostrando su estilo negador del mundo. El partido que por el contrario entienda que su sentido es el de vivir, con los medios disponibles hoy, y con las determinaciones de las nuevas realidades, su carácter de aventura compartida, que intente conectar personas entre sí, y conectarlas también, básicamente, con intenciones de rediseño social, será el que avance en la recreación de estas instituciones sociales –los partidos- dándoles nueva forma y conectándolas con las realidades a las que deben responder. No es una situación de ningún modo lamentable, es un llamado a despertar nuestra poderosa creatividad.