viernes, 1 de mayo de 2009

Entender un partido politico hoy

Por Exequiel Lopez
Una complicidad moral, una aventura de poder, un grupo de acción coordinada, un eje de trabajo social. Un deseo de mundo construido en base a otros. Un mecanismo para desarrollar un paso en común que afecte al difícilmente concebible (pero no por eso menos real) cuerpo nacional. Una trama de relaciones sociales de personas que aspiran a reorganizar las cosas. Un grupo de amigos que no se conocen, pero que comparten posiciones y deseos y por eso se sienten amigos aunque no se hayan visto las caras. Un club de guerreros controlados (que depusieron las armas y los métodos cruentos), que cultivan su unión como un modo de enfrentar problemas, inventar soluciones, superar la acción de otros grupos a los que consideran no tan capaces ni enfocados, ni tan positivos para el desarrollo de la sociedad.
Un partido político es hoy algo incierto. Por eso la necesidad de volver a decirlo, de redefinirlo, de pensarlo de nuevo, y sobre todo, de organizarlo según nuevos criterios y nuevas necesidades. Nadie sabe qué es un partido político hoy, qué debe ser, cómo darle funcionalidad y sentido, porque nadie se ha tomado el trabajo de reinventar lo que se cree ya definido para siempre. En vez de hablar de la crisis de los partidos políticos, aludiendo al proceso como si fuera un deterioro, tendríamos que ser capaces de entender que estamos aludiendo a un movimiento, y con toda seguridad a uno que expresa oportunidades de cambio, de mejoría, de crecimiento.La crisis de los partidos debe ser leída como parte de un proceso político nacional, en el que la credibilidad se deteriora y la participación parece haber desaparecido, pero en donde –bien mirado- el mundo adopta nuevas formas necesarias y busca su nueva efectividad.
No llegaríamos a ningún lado si no entendiéramos que en nuestro habitual despelote hay nuevas formas que están gestándose, buscando su lugar, empezando a mostrar sus contornos. La visión desesperanzada o crítica sólo expresa, una vez más, una voluntad de encierro y de fracaso, lo que es un acostumbrado uso de la energía en nuestro horizonte nacional de frustraciones y desencuentros. En vez de hacer de la política un arte del desarrollo al servicio de la felicidad, con demasiada facilidad y frecuencia hacemos de ella un camino para lograr fracasos y desesperaciones, y para satisfacer de esa forma un ansia patológica de caída e impotencia.La pregunta se abre en muchas preguntas: ¿qué es la militancia hoy?, ¿de qué hablamos en nuestra compleja realidad cuando hablamos de valores, de política, de transformación social? (Y es necesario entender que una sociedad es siempre una transformación constante, porque las comunidades no son entidades fijas sino procesos de cambio continuo). ¿Es necesario hoy que un partido político tenga locales? ¿Para hacer qué en ellos? ¿Puede crearse un partido nuevo, es necesario tener una infraestructura material de alcance nacional o es posible establecer mecanismos de comunicación y participación virtuales que suplan aquellas viejas formas sin perder, o incluso ganando, vitalidad? ¿Pueden los medios ser las vías de un armado rápido y distinto?Detrás del aparente desinterés de una sociedad por la participación posible es justo interpretar la existencia de nuevas participaciones aun no diseñadas, aun no elaboradas, para ocupar el espacio vacante de una política futura.
El partido que interprete que de esta crisis se sale retomando con vigor las antiguas y fundacionales conductas políticas estará al hacerlo demostrando su estilo negador del mundo. El partido que por el contrario entienda que su sentido es el de vivir, con los medios disponibles hoy, y con las determinaciones de las nuevas realidades, su carácter de aventura compartida, que intente conectar personas entre sí, y conectarlas también, básicamente, con intenciones de rediseño social, será el que avance en la recreación de estas instituciones sociales –los partidos- dándoles nueva forma y conectándolas con las realidades a las que deben responder. No es una situación de ningún modo lamentable, es un llamado a despertar nuestra poderosa creatividad.

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